Ser paciente.
Esperar a que suba el mar,
sin prisa.
Abandonarse al borde de su acantilado,
en la impetuosa y excitante puerta
al mundo de lo profundo.
Tener convicción
de que llegarás al fondo
en cada salto
que te reclamen los sentidos;
aunque no veas la luz
ni te ilumine la certeza.
Respirar,
entonces,
ignorando el indeciso vaivén
con que intimidan las corrientes;
las idas y venidas del océano
en la volubilidad de su genio.
Mirar a ambos lados;
y lanzarse.
Qué evocador, y la foto es maravillosa con esa profundidad cuasinfinita. Buen tándem. 😉
Pues si, la foto es impresionante. Tanto como el sitio. 😀
Gracias Luna.
Saluditos. 😉
Al borde de ese abismo de ilusiones nos pueden frenar muchas cosas, pero jamás sea el miedo. Bonito poema. Un abrazo de sábado.
El miedo sólo debería existir para volvernos valientes.
Gracias!!!
Saluditos. 😉
Es dulce, sutil. Me gusta mucho, Little!!
¡Saluditos! 🙂
Muchas gracias Úrsula y disculpa la tardanza en responder pero el tiempo no me acompaña.
Saluditos! 😉
Ni te preocupes, lo entiendo perfectamente