
De susto en susto
vive la ciudad.
Cada día un sonido distinto
evocando una alarma;
un estallido indomable,
infame,
que humilla la calma
hasta en su más pesada insignia.
De susto en susto
vive la ciudad.
Acorralada por la inquina
de un incierto pasado.
Sufriendo el hedor
de una condena al silencio;
la amenaza constante
que oculta el rostro
donde no se percibe
su infértil mirada;
que cierra los ojos
para evitar el miedo
a su propio semblante;
que arraiga sus dudas
en toda calle huérfana,
hambrienta de idioma y bandera
que les redima el pecado.
De susto en susto
vive la ciudad.
Cada día en el centro
de un porfiado abandono,
que como lluvia estancada,
resistiendo el partir,
solo deja humedades;
pus rabiosa,
indigna al recuerdo,
pretendiendo contagiar su plaga
sin importarle quien sufra;
y tristes huellas viciadas
que no merecen pisadas.
De susto en susto,
pero a gusto por un tiempo
se ha quedado la ciudad vacía,
rayos de sol por las esquinas,
silencio atravesando las fachadas,
conmoción en las gentes
que ayer reían por sus calles.
Ya es hora de desertar
a la ciudad dormida.
Muy bonitos estos poemas a la ciudad (me falta el cuarto, ahora voy) cómo ha cambiado todo desde octubre… parece que ha pasado una vida.
Besos
A los sustos que me refería eran a otros muy distintos a los de esta corona-crisis. Ahora la cosa a cambiado y todo parece estar en un letargo que parece no tener fin.
Gracias por lo de bonitos. 😉