
– ¿Si?
– Puedes comenzar.»
Cinema Paradiso
Suena la campana
de los nuevos sacerdotes.
Trae fuego
y destrucción
con un sonido caduco;
deseos de amputar la historia
monumento a monumento:
sus partes bien escogidas
por la censura de moda.
Suena la campana
de los nuevos sacerdotes.
Son novatos espontáneos,
improvisados tenores de la verdad,
que voraces de oportunismo
amplifican la voz
para ver si su rabia hace eco
más allá de la espuma,
del gruñido.
Esos que solo conocen
las palabras para el insulto;
el sudor
-ajeno-
para la tertulia
en sus modernas capillas.
Los que visten la sotana
para lanzar piedras al arte
porque su religión lo permite;
y esparcen un subversivo sermón
que creen inmune a réplicas
y razones.
Suena la campana
de los nuevos sacerdotes.
Quieren amparar su rumor
bajo la libertad
y el derecho;
pero silencian la sensatez
en cada pedazo de vida,
y consideran obsceno un pasado
que vibre ajeno a su credo.
Suena la campana
de los nuevos sacerdotes.
¡Cerrad puertas y ventanas!
-por si acaso-